martes, 2 de noviembre de 2010

Del porque empiezo a escribir y mi primer cuento corto

La verdad sea dicha, nunca me mato la idea de escribir. Pero las vueltas que da la vida, las experiencias que uno vive, la gente que conoces y que de alguna forma te enriquece y en mi caso particular,cabe resaltar, las series que he visto, me han inyectado súbitamente, las ganas de escribir. No se si sea un hábito que mantenga con el tiempo (Admiro  mucho a aquellos que se levantan a diario y empieza a fluir el caudal de letras) pero como ejercicio creativo y citando la frase que afirma que dentro de las cosas que debemos dejar a la vida es un libro (que por cierto esta en proceso, lento pero en proceso), considero un compromiso conmigo mismo y con mi vida dejar algunas letras para mi y en lo mejor de los casos para aquellos que les interese, asi sea un poco, sin pensar demasiado en motivos mas altruistas o de cualquier otra joda.
En todo caso comparto con aquellos que se crucen con o sin intención por este pedazo de espacio al que me dedicare en mis ratos de ocio y que eventualmente enriqueceré con mas letras que buenas o malas, (no importa demasiado como salgan) deseo dar a conocer.

Este es mi primer cuento corto.


AMOR Y MUERTE SON LA MISMA MUJER





Son las  6 de la mañana. Me levanto con una resaca terrible y sin recordar cuanto licor tome anoche, sin saber donde estuve, con mi teléfono descolgado y un papel con un número de celular que decía “servicios especiales”. Un vacío implacable  me inundó al poner mi pie izquierdo sobre el piso frío y definitivamente me desperté con el pie izquierdo porque no se a cuantas personas les pasa que estando con un guayabo tenáz se les enrede un pie entre las sabanas y aterricen de cara porque los brazos entumecidos no respondieron para sostener el cuerpo. pero la sensación de despertar sintiendo que toda tu vida es un completo caos, o asco o las dos, es a menudo, mi estado permanente y sin tanta queja me he acostumbrado a vivir así, inconforme, inestable, incompleto,  realmente muerto en vida.

Bajé hasta el paradero de buses sobre el puente que queda en frente de mi apartamento y como todos  los días, a esperar la ruta que me lleva al trabajo, con el ánimo latente de tirarme sobre la vía (como todos los días) a ver si la novedad del suicidio da emoción final a lo que seria una banal existencia pero giro mi cabeza por un segundo y la veo a ella.

Camina suavemente, como si cada paso fuera ralentizado bajo su aura de belleza, como si una corte de dioses del tiempo inmortalizaran su andar en una alegoría temporal que me hace recordar algún comercial de bloqueador solar. Tiene un aspecto místico, salvaje, sombrío y a la vez hermoso, inocente pero sobretodo jodidamente hipnotizante.
Lleva una gabardina turquesa, jean ajustado que moldea su figura de chica aguila, una camiseta negra con el logo de atari y unos converse medio deshechos; simplemente perfecta. Se detiene a mi lado y se sienta. Me pregunta si tengo un encendedor, se lo paso, y se sienta a mi lado silenciosamente a fumar un cigarro hasta que rompe el silencio nuevamente. –¿Eres Miguel Montero?- La miro con sorpresa pero no me mira mientras espera mi respuesta y como un bombillo que se apaga después de haber iluminado con mucho fulgor le respondí:-Miguel Montero murió hace mucho tiempo o podría llegar a serlo de no sentirme como la mierda mas invisible que defecó un fantasma-dije secamente.

Mi respuesta la hizo girar su rostro a mí, y viéndome co cara de que carajos le pasa a este tipo, sorprendida se quedó observándome con esos ojos verde grisáceo de animal selvático, de felina cazadora y súbitamente cambia su expresión a algo mas tranquilo, casi infantil; me sonríe y se levanta a seguir su paso. Por algún motivo esa sonrisa me disparo una dosis de vitalidad que hacía mucho tiempo no sentía desque que la selección le gano el 5-0 a Argentina.

Torpemente me levante de la banca del paradero y antes de que tomara mas ventaja le grité:-¡Espera!- Ella paró y volvió y se sentó nuevamente como esperando que continuara mi pobre acto de entablar conversación con ella; me mira fijamente. Me siento nuevamente y al ver mi sonrojado silencio me dice su nombre: -me llamo Sofía- Y al escucharla pienso que su voz suena como debería  sonar la de los ángeles,  incluso como hablaría la muerte al buscar el alma de un moribundo, de hecho es como siempre me he sentido, solo que ahora me siento mas imbécil, embelesado y moribundo imbécil que no sabe que rayos decir a una mujer hermosa.

Me pregunto mi nombre de nuevo pero sin hacer esfuerzo de modificar mi cara de mamerto abnegado le dije que no importaba, que me llamara como quisiera y un atisbo de tierna sonrisa salio de su delicado rostro y se convirtió en carcajada al mirar mi rostro de estúpido, viéndola, degustándola visualmente mientras me sumergía en  esos ojos. Caí en cuenta de cuan ridículo me veía, rió más y ese fue el hielo que se rompió para empezar  a entablar una charla que acabaría dejándome en el paradero y sin ir a mi trabajo para disfrutar de su presencia.

Los minutos se volvieron horas, el mundo seguía transcurriendo en su canibalismo cotidiano, devorando el espíritu de los transeúntes que llegaban a tomar sus buses siguiendo ciegamente el sistema y sus preceptos mientras que para nosotros nada mas existía, tan solo nosotros, el momento, el quiosco en el que comprábamos cigarrillos mientras hablabamos y nuestra extraña, hermosa y misteriosa entrega que nos volvía uno a medida que fluían las palabras; así nos entregábamos apaciblemente, volviéndonos uno.

Cayó la lluvia de la tarde, y pensando que estábamos resguardados no importaba nada hasta que un bus que pasó me baño con el agua de un charco formado al pie del paradero, la gente reía de mi desgracia, ella sonreía tiernamente y yo sin poder hacer otra cosa mas que sentirme miserablemente mojado, seguía contemplándola. La noche cayó sobre nosotros las risas eran mas frecuentes y la gente que pasaba nos veía como un par de drogados desocupados en el paradero; la gente no entiende que la afinidad de las almas gemelas cuando se encuentran es poseedora de una energía tal, capaz de destruirlo todo a su paso en una honda de amor descomunal. Y solo con palabras ya la sentía mía, mi musa, valkiria y salvadora, hasta que un gamin me sorprendió y diciéndome:-¡UY MONO LO VEO BIEN, DEME PA UN PAN PA NO INTERRUMPIR MAS AL TORTOLO!.

Llegó la noche y nos fuimos apagando producto del cansancio de conocernos toda nuestra existencia pero antes de caer sentados del sueño, producto del cansancio de entregarnos y prometernos con palabras que decían nuestros ojos, y ya sin mas interrupciones de buses que salpican de agua que súbitamente te bañan o gamines matapasión, nos besamos y nos derribamos dormidos en aquel paradero, refugiados solamente por el techo de este, en una noche lluviosa.

Nos levantamos a la mañana siguiente como un par de indigentes, vagamente abrigados  con nuestras gabardinas y descubrí mientras aun dormía que tenia un arma en un bolsillo. Me levanto asustado sin saber que carajos hacer o donde meterme y enseguida despierta ella, tomando su arma y guardándola enseguida al ver mi cara  de sorpresa; bajo su cara tristemente y me dijo:-Se suponía que ayer tenia que venir a este paradero y matar  a un tal Miguel Montero, por encargo de mi jefe que recibió una llamada de un tipo que deseaba morir; por eso llegué hasta aquí.

Mi expresión de sorpresa me hizo palidecer y dije:-Yo soy Miguel Montero y no te mentí cuando dije que ya estaba muerto hacía mucho tiempo. Antes de conocerte mi existencia estaba muerta y nula que mas valor tenía un cero a la izquierda que yo, pero aún, sonando lo que te voy a decir como un ruego por mi, lo que sea que sea mi vida, ya puedes decir que cumpliste con tu cometido porque he muerto por segunda vez pero de amor por ti y si solo una bala tuya me redime de este mundo llevándome con mi muerte tu amor a la otra vida, que así sea.-.

Me abrazo, murmuro una palabra de imbécil para darme enseguida un calido beso, e inmediatamente puso su veretta sobre la parte trasera de mi cabeza, temblorosa, con ojos llenos de tristeza y furia, quito el seguro del arma. Cerré mis ojos al dejarme consumir por sus labios, como solo se podría estar cuando un ratón sabe que esta siendo devorado por una serpiente, tranquilo y asustado, no se si mas lo uno que lo otro pero entregado a mi destino. Finalmente sonó un disparo y mientras la bala atravesaba fugaz nuestros cráneos y se disipaba mi existencia y la de ella, pensé: que rápido se puede encontrar, perder y morir por el amor de tu vida.



Andres Ulloa A.